- Buenos días, señor. Me llamo Julián y soy periodista de Embarcación. Vengo a hacerle algunas preguntas sobre su vida y la de los wichis en La Esperanza. Y usted, ¿Cómo se llama?
- Mario. ¿Qué quiere saber?
- Por favor dígame algo de usted.
- Bueno. Hace dos que llegué junto a mi mujer Elisa y mis hijos a La Esperanza. Tengo 33 y soy calcique de esta comunidad.
- ¿Y los wichis son dueños de sus propiedades?
- De ninguna manera, señor. La iglesia anglicana nos cedió estas tierras para vivir, pero no nos ha dado el título de propiedad. Todavía las tenemos de prestado.
- ¡Qué desgracia! ¿Cómo es la vida por aquí, entonces?
- La mayoría de las tierras son fincas privadas, y los patronos no nos dejan entrar. Por eso no se puede vivir de la recolección ni criar animales porque no tenemos dónde.
- ¿Qué hacen Uds para sobrevivr?
- Yo me dedico a hacer artesanías, y lo que hago en un día lo intercambio por mercadería. Y no hay nada de extraño en eso. El trueque es parte de la cultura wichi.
- ¿Y el gobierno no los puede ayudar a los wichis?
- Hay leyes que nos protegen, pero a pesar de todo, nos han hecho mucho daño. Nos han impuesto cosas que no son nuestras. Antes nuestra riqueza era la tierra y cuidar de la naturaleza. Cuando se sabe cuáles son sus derechas, y no se las dan, duele.
- Lo siento muchísimo. Muchas gracias por la entrevista. Ojalá mejore la vida para los wichis. Adiós, señor.